Como sabemos, la presión sanguínea es la fuerza de la sangre en contra de las paredes de las arterias y venas creada por el corazón cuando bombea la sangre. Es fundamental, necesaria e imprescindible para aportar tanto los nutrientes como el oxígeno a los distintos órganos y tejidos de nuestro cuerpo. Así, tener una presión normal significa que disfrutamos por lo general de una buena salud cardiovascular, fundamental a la hora de cuidar y proteger la salud de los riñones y del corazón.
Esta sangre circula por los vasos sanguíneos repartidos a lo largo de todo el cuerpo, sobre todo venas y arterias. Es esta sangre la que ejerce presión sobre las distintas paredes vasculares, y dicha presión viene sobre todo determinada por la elasticidad de los vasos sanguíneos y por la fuerza a la que bombea nuestro corazón.
Así, por ejemplo, dependiendo de nuestras actividades, es normal que la presión sanguínea suba o baje, dependiendo de nuestra alimentación, de nuestra actividad diaria, de nuestra alimentación y, ante todo, del estilo de vida que sigamos cada día.
¿Qué es la presión arterial?
La presión arterial es la presión que la sangre ejerce contra la pared de las arterias. Se trata, como es de imaginar, de una presión imprescindible para que la sangre circule por todos los vasos sanguíneos, aportando tanto el oxígeno como los diferentes nutrientes que nuestros órganos y tejidos necesitan. Distinguimos dos componentes fundamentales, tal y como veremos a continuación:
Presión arterial sistólica: es el valor máximo de presión arterial cuando el corazón se contrae, y se refiere al efecto de presión que la sangre ejerce cuando es eyectada desde el corazón a la pared de los vasos sanguíneos.
Presión arterial diastólica: es el valor mínimo de presión arterial cuando el corazón se encuentra entre latidos cardíacos o en diástole. Se refiere al efecto de presión que la sangre ejerce sobre la pared del vaso.
¿Cómo se expresa la presión arterial?
La presión sanguínea se expresa en dos números. El primero se llama presión sistólica (“máxima”) y el segundo la presión diastólica (“mínima”). La primera es la presión sanguínea cuando el corazón está bombeando la sangre; sin embargo, la segunda es la presión cuando nuestro corazón descansa entre latidos.
Habitualmente se mide en mmHg, de tal forma que primero se registra el valor sistólico y luego el diastólico. Pongamos un ejemplo: nuestra tensión es de 110/80 mmHg. Esto significa que la presión sistólica es de 110 mmHg y la presión arterial diastólica es de 80 mmHg.
Cuando la presión sanguínea es considerada “alta”, se tienen en cuenta ambos datos. Por tanto, tener siempre a mano cuál vendría a ser la clasificación de la tensión arterial dependiendo de los niveles mínimos o altos es siempre fundamental para tratar de descubrir precisamente eso: si sus niveles son altos o bajos.
Teniendo en cuenta sobretodo estas cifras, nos podemos encontrar con una tensión arterial óptima, normal, normal-alta, ligera, moderada o bien tensión arterial grave en casos más extremos en que la presión sanguínea se sitúe a 180/110.
Principales diferencias entre presión arterial y tensión
Es habitual que ambos elementos sean utilizados de tal manera que parecen ser sinónimos. Sin embargo, en realidad tanto la presión como la tensión arterial no son exactamente lo mismo. De hecho, mientras que como indicábamos anteriormente, la presión arterial consiste en la presión que ejerce la sangre contra la pared de nuestras arterias, la tensión arterial es la presión que los diferentes vasos sanguíneos ejercen sobre la sangre circulante.
Como manifiestan muchos médicos, aunque en cierto sentido lo común es utilizar ambos términos como sinónimos, lo más adecuado sería utilizar el de presión arterial, ya que de hecho su medida se describe efectivamente en unidades de presión.
Cuáles son los valores de la tensión arterial
En función de las cifras, la tensión arterial se clasifica en:
Tensión arterial óptima si la cifra es menor de 120/80.
Tensión arterial normal si ésta es menor de 130/85.
Tensión arterial normal-alta si ésta oscila entre 130-139/85-89.
Tensión arterial ligera si oscila entre 140-159/90-99.
Tensión arterial moderada si se encuentra entre 160-179/100-109.
Tensión arterial grave si es mayor de 180/110.
De esta forma, podemos encontrarnos con una hipertensión leve que es aquella cuya presión arterial sistólica se sitúa entre 140-159 mmHg y/o la presión diastólica entre 90-99 mmHg; una hipertensión media-grave cuando la presión sistólica es de 160-179 mmHg y/o la presión diastólica 100-109 mmHg; y una hipertensión grave cuando la presión sistólica es de 180 mmHg o superior y la diastólica 110 mmHg o superior.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la hipotensión como la presión arterial baja cuando se sitúa por debajo de 100/70 mmHg. O, lo que es lo mismo, te resumimos a continuación todos los valores de presión arterial:
Tipo de tensión arterial Presión sistólica (mmHg) Presión diastólica (mmHg)
Óptima Menor a 120 Menor a 80
Normal 120-129 80-84
Normal alta 130-139 85-89
Hipertensión ligera o leve (grado 1) 140-159 90-99
Hipertensión moderada (grado 2) 160-179 100-109
Hipertensión grave (grado 3) Mayor o igual a 180 Mayor o igual a 110
Hipertensión sistólica aislada Mayor o igual a 140 Menor o igual a 90
Cómo es la presión normal
Si te preocupa tu tensión o presión arterial, debes saber que en realidad existen valores considerados como normales de presión arterial. Por tanto, podemos indicar a continuación cuáles son esos valores normales de presión sanguínea:
Valores normales de presión sistólica: debe situarse entre 120-129 mmHg.
Valores normales de presión diastólica: debe situarse entre 80-84 mmHg.
No obstante, ¿sabías que los valores normales de presión arterial varían en función de la edad? Esto significa que estos valores considerados como normales tienden a diferenciarse según la edad que tenga la persona:
Edad Presión sistólica (mmHg) Presión diastólica (mmHg)
0-3 meses 70-86 –
3-12 meses 86-93 60-62
1-9 años 95-101 65-69
9-14 años 101-110 68-74
Adultos 120-129 80-84
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